martes, 20 de abril de 2010

Pasos, márgenes y pobreza: símbolos religiosos de la communitas, Ana María López Ochoa

Aunque los antecedentes teóricos de Víctor W. Turner, provienen del estructural funcionalismo británico, para él, la sociedad es algo más que la estructura social. Considera que ésta se complementa con una forma de interrelación social a la que denomina communitas, la cual es una concreción de “la perspectiva ideal de una cultura (ref 1)”. Señala que cada cambio de estado o posición social conlleva un rito de paso, que está caracterizado por tres etapas: 1) la separación, que significa el apartamiento del individuo de su posición en la estructura social 2) el margen o limen, que significa el cruce por alguna especie de umbral y 3) la vuelta a la agregación, o reintegración a la estructura social. Para Turner la etapa intermedia o liminal es donde surge la communitas. Destaca también, la existencia de otros dos aspectos culturales muy relacionados con el estado liminal: el intrusismo y la inferioridad estructural, que describe como “adecuados para los símbolos rituales y las creencias de tipo no social-estructural (ref 1)”. Pero, ¿a que se refiere Turner cuando habla de estructura social, communitas y liminalidad? La estructura social, de acuerdo con él, consiste en “arreglos modelados de grupos de papeles, grupos de estatus y secuencias de estatus conscientemente reconocidos y operativos (ref 1)” en una sociedad dada, los cuales están ligados a “normas y sanciones legales y políticas (ref 1)”. Mientras que, la communitas no reconoce normas ni leyes, considera a la sociedad como un sistema homogéneo y surge de manera espontánea, y auto-generativa. En los ritos de paso, el estado liminal es una preparación para llegar a la communitas. De acuerdo con Turner, las “situaciones liminales son las ocasiones en que una sociedad toma consciencia de ella misma (ref.1)”, se acerca a una visión integral del papel del ser humano dentro del cosmos y de su interacción con lo tangible y lo intangible. Señala que el estado liminal esta envuelto en una estructura de símbolos e ideas, a la que describe como “una estructura de instrucción”. De acuerdo con esto, los símbolos actúan como ‘depósitos’ en los que se recolecta el “conocimiento profundo de una sociedad (ref. 1)”, mismo que a través de la “estructura de instrucción” se transmite de una generación a la siguiente. Esto solo puede llevarse a cabo estando al margen de la estructura social. Esta característica es compartida por estados como el del intrusismo, en el que se puede clasificar a shamanes, adivinos, hippies y vagabundos; la marginalidad, en la que incluye a los críticos de la estructura social, a los artistas y filósofos; y el estado de inferioridad estructural, en el que se considera a los clasificados bajo esta condición como portadores de un poder místico que se contrapone con el poder político y terrenal de los que se encuentran en una posición social superior.
La perspectiva antropológica de Víctor W. Turner adopta tanto aspectos estructurales como ideológicos. La estructura, en su caso, funciona hasta cierto punto de forma análoga a como lo haría una ley o una teoría, haciendo consideraciones generales y simplificando los fenómenos para facilitar su comprensión. La concepción estructural le permite una organización ordenada de los elementos que componen los fenómenos sociales, en contraste con el aparente desorden que evidencia la propuesta antropológica de Clifford Geertz. Ciertamente, los fenómenos sociales deben ser sumamente complejos como podría afirmar Geertz, pero, en todo estudio, es necesario tomar ciertas consideraciones que permitan trazar una ruta para su análisis. Respecto al aspecto ideológico, los ritos de paso, y específicamente el estado liminal, son una propuesta sumamente interesante de Turner, en tanto que se plantean como la fuente de la creatividad y del cuestionamiento acerca de la vida. Sin embargo, parecería que los elementos simbólicos únicamente aparecen durante estos periodos de la vida humana, cuando, la idea de Geertz, acerca de que los símbolos pueden ser estudiados en la vida cotidiana, parece tener mayor significado. Los símbolos efectivamente son transmisores de la cultura, pero no actúan únicamente durante el desarrollo de un rito de paso, sino que lo hacen incesablemente en cada acción que lleva a cabo un ser humano.

REFERENCIAS
1. Bohannan, P. y Glazer, M. Antropología. Lecturas. Víctor W. Turner. 28. Pasos, márgenes y pobreza: símbolos religiosos de la communitas. Editorial McGraw-Hill. Segunda edición. España, 1993. pp. 515-543.
2. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia de la Lengua. Vigésima segunda edición, España, 2001.

lunes, 5 de abril de 2010

Clifford Geertz-Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura, Ana María López Ochoa

En su afán de conocer y poder explicar los fenómenos que le rodean, el ser humano, a través de la historia, ha ido perfeccionando un proceso cognitivo al que ha denominado ciencia. Este proceso, caracterizado por la aplicación del método científico de forma sistemática y objetiva, tiene como fin último la elaboración de leyes y teorías que permitan explicar y predecir dichos fenómenos. Las características de la ciencia, obedecen a una convención humana que persigue la construcción de un lenguaje común a los científicos, el cual permita una comunicación efectiva entre ellos, dejando el menor margen posible al surgimiento de diferentes formas de entender un mismo fenómeno. Sin embargo, aunque esto funciona bien en el campo de las ciencias físicas, no es estrictamente así en el caso de los estudios antropológicos. Para Clifford Geertz, “el análisis de la cultura no es una ciencia experimental que busca la ley, sino que es interpretativa y busca el significado (ref. 1)”. Con esta afirmación, Geertz nos hace pensar en las limitaciones de una de las principales características de la ciencia, su objetividad.
Lo subjetivo, según la Real Academia de la Lengua, es lo “perteneciente o relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo externo (ref. 2)”. Es así que, de acuerdo con la ciencia, al tomar como objeto de estudio al ser humano, paradójicamente es necesario que el investigador trate de dejar a un lado una de sus características más interesantes: su capacidad interpretativa. En este sentido, Geertz nos presenta evidencias de que no es posible darle un sentido unívoco a una determinada conducta humana. El comportamiento de los seres humanos tiene, según él, más de un significado. Para Geertz, es necesario adquirir previamente un conocimiento profundo de las estructuras significativas de una cultura, a fin de comprender el verdadero sentido del proceder humano dentro de la comunidad. Para ello, propone el empleo de lo que llama la descripción densa dentro de la práctica de la etnografía, en la que considera como factor principal la habilidad interpretativa del etnógrafo. Para Clifford Geertz, la cultura es mejor representada como un sistema simbólico, en el que los símbolos, como medios de transmisión de la cultura, pueden ser empleados por el antropólogo para intentar reconstruir las estructuras de significado de las culturas, considerando a toda conducta humana como una acción simbólica. Así, de acuerdo con Geertz, la cultura misma, el objeto de estudio de la antropología, no es otra cosa que una interpretación de la realidad. Esta relatividad del concepto necesariamente lleva a un aumento de su complejidad generando mayores dificultades para su estudio. Geertz nos permite tener una estimación de esto, cuando señala, que “el análisis cultural es intrínsecamente incompleto”, dice que este enfoque equivale a “dedicarse a un punto de vista de la aserción etnográfica como “esencialmente discutible”.
El concepto semiótico de cultura que nos presenta Geertz, pone de relieve la importancia de considerar dentro de los estudios acerca del ser humano, los aspectos que tiene que ver con la parte subjetiva y diversa de las sociedades humanas, tales como las creencias, los significados, los valores o las motivaciones para llevar a cabo ciertas acciones. Ignorar estos factores dentro del comportamiento social de los individuos nos lleva a tener una visión parcial y por tanto distorsionada de la verdadera dimensión humana. De esta forma, el enfoque de la antropología simbólica le reintegra a los estudios antropológicos la parte del ser humano que había sido despreciada por otras concepciones centradas en la objetividad y enriquece la forma de ver el mundo.

REFERENCIAS
1. Bohannan, P. y Glazer, M. Antropología. Lecturas. Clifford Geertz. 29. Descripción densa: hacia una teoría interpretativa de la cultura. Editorial McGraw-Hill. Segunda edición. España, 1993. pp. 545-568.
2. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia de la Lengua. Vigésima segunda edición, España, 2001.
3. Hammerstedt S. y Loughlin M. Symbolic and Interpretative anthropologies. Department of Anthropology College of Arts and Sciences, The University of Alabama. http://www.as.ua.edu/ant/Faculty/murphy/436/symbolic.htm
4. Ortner, Sherry B. La teoría antropológica desde los años sesenta. Traducción de Rubén Páez. 1984. 26 pp.