jueves, 25 de marzo de 2010

La teoria antropológica desde los años sesentas, Ana María López Ochoa

A la vista de una aparente desintegración del campo de la antropología, Ortner destaca la formación, a través del tiempo, de un ambiente propicio para el surgimiento de una nueva corriente teórica, a la cual denomina “la práctica”. Como en todas las áreas de pensamiento, el desarrollo de un nuevo marco de referencia, procede de la evolución de diversas características provenientes, a su vez, de distintas consideraciones teóricas, las cuales llegan a combinarse para darle una forma y contenido inédito. El objetivo de la autora en su artículo, es conducirnos a través de una breve revisión de ciertos aspectos y relaciones entre las escuelas antropológicas más importantes, surgidas entre los sesentas y ochentas, hasta el inminente nacimiento de la teoría de “la práctica”. El artículo está dividido en tres periodos: los sesentas, los setentas y los ochentas, en los que se nos describen las características y supuestos más importantes de cada escuela, tratando de esclarecer las interrelaciones existentes entre ellas. En los sesentas se revisan: la antropología simbólica, la ecología cultural y el estructuralismo. En los setentas se examinan las corrientes teóricas conocidas como el marxismo estructural y la economía política. Y, en la última parte del artículo, dedicada a la década de los ochentas, se describen los postulados, motivaciones y objetivos de “la práctica”. En sus conclusiones, la autora señala que el desarrollo teórico, dentro del campo de la antropología, hacia una teoría de la práctica, es un traslado desde un análisis estático, sincrónico, hacia un análisis diacrónico, procesual. Enfatiza finalmente, que la teoría de la práctica acepta que “la sociedad es un sistema, que el sistema es poderosamente constrictivo y que el sistema puede ser hecho y deshecho a través de la acción e intervención humana (Ortner, 1984)”.
La teoría de la práctica, de acuerdo con el recuento histórico presentado en el artículo, retoma aspectos importantes de todas las escuelas teóricas revisadas. No obstante, algunos supuestos de la antropología simbólica parecen formar la parte medular de la teoría, específicamente en el caso de las concepciones propuestas por Geertz. En este sentido, se considera al actor en el centro del modelo, tomando en cuenta sus valores, creencias e intenciones. Se retoma el concepto de cultura elaborado por este autor, cuando señala que “su lógica (de la cultura) deriva de la organización de la acción, de la gente operando, interpretando sus situaciones para actuar en coherencia con ellas (Ortner, 1984)”. Además, se incorpora el concepto de ethos y la idea de que la cultura es modeladora de las formas en que la gente percibe y piensa acerca del mundo. Estas consideraciones básicas son complementadas con el concepto de cambio tomado de la ecología cultural y de la economía política, donde la cultura es vista como un sistema abierto en el que inciden fuerza externas, designadas en este caso como “el sistema”. Las relaciones establecidas con “el sistema” se consideran asimétricas y tal desequilibrio genera los cambios sociales. En este último punto, se puede reconocer la influencia del marxismo, que considera a la cultura-estructura como un poder hegemónico, constreñidor y de dominación simbólica. Sin embargo, la incorporación del carácter crítico, propio del marxismo, va acompañada, dentro de la teoría de la práctica, por conceptos atribuidos a Weber, que en algún momento se consideraron opuestos. Así, encontramos, de acuerdo con la autora, una fusión entre materialismo e idealismo, praxis humana y actor en el centro, economía y política, etc. Este carácter holista de la teoría de la práctica, nos permite colocarla un paso adelante de las escuelas desarrolladas hasta ese momento. Además, dentro de los rasgos destacables mencionados por la autora, se encuentran el empleo de una sociología sistemática dentro del modelo, así como la consideración de un sentido político de la cultura y la incorporación de esquemas cognitivos derivados del estructuralismo.
Se puede decir, que la contribución principal de la teoría de la práctica es, de acuerdo con el artículo, una visión integral de las sociedades humanas, abarcando aspectos que tradicionalmente se han menospreciado por poseer características opuestas a las de las ciencias físicas. Estos aspectos, tales como los valores, intenciones o significados fueron considerados por la antropología simbólica en la década de los sesentas, no obstante, su estudio se efectuó de manera parcial al restar importancia a los aspectos objetivos de la vida social. Al formar parte tanto unos como otros del ser humano y de sus asociaciones, se antoja que un estudio completo de las sociedades humanas deba abarcar ambos y llegar a una construcción teórica en que se complementen tal y como sucede en la vida real.

REFERENCIAS
1. Ortner, Sherry B. La teoría antropológica desde los años sesenta. Traducción de Rubén Páez. 1984. 26 pp.

No hay comentarios:

Publicar un comentario